martes, 12 de octubre de 2010

Comprobar lo que gastas sus electrodomesticos

Tras instalar el sensor en el cuadro eléctrico de mi casa, el primer experimento consiste en conseguir poner el contador instantáneo a cero. Parece sencillo, pues se supone que bastaría con ir apagando luces y electrodomésticos, pero la realidad se muestra bien distinta. Existen muchos más consumos ocultos aparte del famoso stand-by (modo en espera de algunos aparatos). La lamparita del cuarto de los niños que sólo luce en la oscuridad resulta que también gasta a plena luz del día. Y, para mi sorpresa, algunos electrodomésticos siguen consumiendo incluso apagados, como el ordenador. Para ir reduciendo el gasto real de energía, no queda más remedio que ir desenchufando uno a uno todos los aparatos, lo que en ocasiones no resulta nada fácil, como con la vitrocerámica o el microondas empotrado, cuyos dígitos verdes del reloj luminoso parecen burlarse de mí. Al final, después de poner patas arriba la cocina, me rindo con el medidor a 37 vatios de consumo, lo que representa unos 14 gramos de CO2 a la hora. "Sabemos de gente que se ha vuelto loca hasta identificar todo el consumo no deseado, algunos aparatos no dejan de gastar si no se desenchufan del todo y por eso se recomienda utilizar regletas de enchufes con interruptor", Resulta toda una revelación el descubrir por primera vez cuánto consume de verdad cada aparato o cada bombilla de la casa. Uno se sorprende cómo sube el consumo en la pantalla del contador cuando se encienden electrodomésticos como la vitrocerámica (más de 1 kilovatio) o como la campana extractora de humos de la cocina (218 vatios cuando se pone a plena potencia). Sin embargo, lo que resulta también decisivo en el cómputo final es la cantidad de horas que estén funcionando cada uno, de ahí el peso en la factura de luz doméstica de aparatos como la nevera o la televisión. Según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), un hogar medio consume unos 4.000 kWh al año, y la mayor parte se va en el frigorífico (18%), la iluminación (18%), la calefacción (15%) o la televisión (10%). En el caso de la nevera, dado que está siempre en marcha, se recomienda tener una con la etiqueta energética A, A+ o A++ (la calificación más alta de eficiencia), pero igual que con la iluminación o con los otros electrodomésticos resulta también crucial cómo se use. Eso último se comprueba enseguida con el contador instantáneo: aunque el consumo regular del frigorífico no es alto, hay momentos que de pronto se dispara cuando se escucha entrar en funcionamiento el compresor de este electrodoméstico para mantener o recuperar el frío de su interior. Y esto ocurre con mayor frecuencia si se abren las puertas del frigorífico.

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